Sara Gallardo Martín , médica, por Francisco Gallardo Rodríguez

Sara Gallardo Martín , médica, por Francisco Gallardo Rodríguez

Sara Gallardo Martín , médica, por Francisco Gallardo Rodríguez

Tiene mi hija Sara la sonrisa más hermosa del mundo. Es sensible como los pétalos de agua. Ama la verdad. Siempre tiene en los labios la pregunta insobornable. Es alegre como un amanecer de mayo. Sara, como el amor, tiene cuatro letras. En la fotografía el padre la protege de las salpicaduras del río. Eso debe ser la paternidad quitar todas las inclemencias que se pueda. La madre es la que suspende el tiempo para siempre. Sara, dulce Sara, le cantábamos la canción de «El último de la fila» mientras la barca surcaba un riachuelo de los Pirineos. Era un verano azul cuando la vida era rotunda. La niña de agua ya se ha convertido en doctora. Se puso uno el traje de los domingos y le impuso la beca. Esa banda amarilla, larga y estrecha que, en mi época, sólo se la ponían los tunos la noche de la Inmaculada. Sara, dulce Sara. Qué contento se hubiera puesto el abuelo Paco que tanto quiso que el padre fuera médico. Los abuelos que no se conocen son padres invisibles. No pudiste elegir un oficio de vivir más hermoso. Toda una vida por delante para ayudar. A menos dolor, menos tristeza. A Sara, la dulce Sara, ya no le salpica el agua, le salpica la luz.

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