Una familia chipionera murió en la matanza de la sanluqueña  calle Ganado en 1936

Una familia chipionera murió en la matanza de la sanluqueña calle Ganado en 1936

Los moros no respetaron ni a una vaca suiza que había en la casa.
Tres miembros de una familia chipionera que se había desplazado a vivir a la vecina ciudad de Sanlúcar de Barrameda murieron asesinados por los moros en los primeros hechos tras el golpe militar del 18 de julio de 1936. Esta noticia aunque sabida no ha sido conocido hasta ahora por el gran público gracias a la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Chipiona a través de su Departamento para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Estos hechos ocurrieron en la calle Ganado cuando comenzaba la invasión de moros y regulares de Sanlúcar de Barrameda el 21 de julio de 1936. En el bajo del número 27 de esta calle vivía una familia chipionera. En esos incidentes en la azotea de una casa vecina se encontraba un grupo de resistentes republicanos quienes al divisar el camión militar cargado de moros dispararon a bocajarro contra éstos.
La confusión vino a desembocar en tragedia ya que los moros se dirigieron a la casa número 27 en vez de la vecina de donde realmente venían los disparos. Una vez tomada la casa los moros dispararon contra Juan Crespo Mellado de 72 años, quien se había ocultado despavorido bajo la mesa de la estufa, y fue ejecutado sin contemplaciones.
También cayeron su hija María, de 46 años, y Bartolomé de 19 años hijo de ésta y nieto de Juan Crespo. El nieto se había ocultado tras una vaca suiza que había en el huerto contiguo a la casa, animal que también cayó ante las balas.
Las muertes alcanzaron hasta un número de 18, vecinos que acudieron a ver qué había pasado y corrieron la misma suerte. A pesar de estar en el lugar de los hechos, los moros respetaron a dos hijas pequeñas de María que no murieron en esta barbarie.
Una de las nietas de Juan Crespo, es una vecina de Chipiona de 83 años y que no puede olvidar el llanto de su madre tras los sucesos pero que al mismo tiempo ha rechazado tomar protagonismo y seguir sufriendo en silencio.
En el libro Cien Capítulos de Retaguardia, del escritor sanluqueño Eduardo Domínguez Lobato, y en la reedición de Manuel Barbadillo llamada Exidio, se narra la entrada de los Regulares en Sanlúcar de Barrameda el 21 de julio.

Ese día Sanlúcar era un hervidero de tiros y corrió la noticia que llegaba fuerzas de Jerez. Según cuenta este libro, los revoltosos se concentraron en la calle Ganado dispuestos impedir su entrada. Levantaron las aceras de dicha calle y con las losas de Tarifa de las mismas, escaleras y tablas de andamio hicieron dos especies de barricadas. Se apostaron tras los pretiles de las azoteas y esperaron.
Los Regulares entraron a las cuatro de la tarde y apenas se detuvieron un instante, una vez traspasado el Cantillo una lluvia de proyectiles cayó sobre ellos. Hirieron a tres, saltando los otros de los camiones y avanzando como un látigo de fuego hacia las casas de donde habían partido los disparos. Los moros hicieron uso de bombas de mano e hicieron volar un de las casas de donde partían los disparos matando a nueve personas. Además persiguieron a tiros a los que custodiaban las azoteas y exterminaron a quienes encontraron a su paso para volver a Jerez en busca de nuevas fuerzas.

En la actualidad, el área de Recuperación de la Memoria Histórica de la concejalía de Cultura, que dirige el edil de Izquierda Unida Ramón Gutiérrez, se ha sumado a las iniciativas planteadas desde la Junta de Andalucía. Así a través del Decreto 334/2003 y Orden de 16 de abril de 2004, se pretende el reconocimiento institucional y social de los desaparecidos durante la Guerra Civil y la Posguerra y se regula la concesión de subvenciones a ayuntamientos.
Ahora se pretenden tres objetivos: levantamiento de monolitos que dignifiquen a los desaparecidos, investigación y localización de fosas y exhumación-traslado a cementerios. En el ámbito cultural se organizarán tertulias, conferencias y exposiciones entre otras actividades.

Nota .La fotografía de archivo meramente ilustrativa pertenece al concejal Antonio Rey Lora fusilado en 1936

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