Crónica de La despedida de Joan Manuel Serrat en Sevilla por José Joaquín Gallardo

Crónica de La despedida de Joan Manuel Serrat en Sevilla por José Joaquín Gallardo

SERRAT, MACHADO Y SEVILLA

Los dos impresionantes conciertos de despedida de Joan Manuel Serrat en la plaza de toros de la Real Maestranza han sido un cúmulo tumultuario de profundas emociones vivenciales, que trascienden en mucho al arte y la música. Eran el adiós a Sevilla de un excepcional poeta que durante cincuenta y siete años ha cantado a las cosas de la vida con enorme sensibilidad, ganándose la admiración y el cariño de muchísimos contemporáneos.

No somos sólo fans de un extraordinario cantautor. Somos muchos españolitos nacidos en la dictadura y amantes de la libertad, por la que hemos luchado durante más de medio siglo con firmeza y sensatez, sin estridencias ni demagogias. Ahora he rememorado aquel primer concierto al que asistí en 1969, cuando Serrat presentó en Sevilla su histórico álbum con los poemas de don Antonio Machado.

Éramos un montón de jóvenes tan enfervorizados con sus canciones como ahora lo hemos estado quienes le hemos despedido en el marco espectacular del coso maestrante. Sólo los privilegiados pudimos estar antaño y repetir ahora. Entonces muchos informantes de la policía tomaban nota de los asistentes. Eran tiempos difíciles. Pero el miedo, tan de aquel régimen sin libertades, se diluyó entre el ramillete de poemas de Machado cantados por Joan Manuel y que nos cautivaron para siempre. Hoy son memoria autentica de la España machadiana y también de la España por nosotros vivida.

Fue así como Serrat nos regaló para siempre a nuestro paisano don Antonio Machado, cuya persona y su obra eran desconocidas por ser él un republicano exiliado. Sería bueno que el Ayuntamiento de Sevilla y la Junta de Andalucía promoviesen conjuntamente el traslado de los restos mortales del poeta enterrado en Coulliure a ésta su ciudad natal, la de sus recuerdos infantiles de un patio de Sevilla y un huerto claro donde hoy continúa madurando el limonero. Con ello nuestra ciudad escribiría un bellísimo poema de concordia y reconciliación, con versos repletos de verdadera justicia histórica.

Descansaría definitivamente en paz aquel sevillano sencillo, amante de la libertad y la filantropía, que creía profundamente en Dios y en la necesidad de la fraternidad social; que era bueno en el buen sentido de la palabra y también un magnifico poeta, cuyos versos siempre brotaron de manantial sereno. Vivió conversando con el hombre que siempre iba consigo y esperando hablar a Dios un día lo que, por cierto, se hace muy bien en Sevilla.

Ahora, cuando ya atesoramos muchos años, somos sospechosos de involucionistas, anticuados y acomodaticios. Pero la verdad es que los seguidores de Serrat integramos las mejores generaciones de nuestra historia contemporánea, que no en vano hemos construido la España del estado de derecho, la democracia, las libertades y la concordia. Somos amantes a ultranza de esa justicia social que tanta falta hace y de esa autentica libertad que algunos desprecian. Somos en definitiva gente de verdadera paz, respetuosa con los derechos humanos y sabios en libertades.

Por eso cuando él se despide de los escenarios todos nos despedimos también un poco de nuestras propias vidas y la eclosión de emociones resulta incontenible. Conmueve evocar tantas vivencias de tantas décadas siempre al son de sus canciones, compartiéndolas con miles de coetáneos tan emocionados como nosotros. Aunque a muchos ya se nos agota el tiempo, para la libertad sangramos, luchamos y pervivimos porque aún tenemos la vida, como dejó escrito Miguel Hernández y cantado Joan Manuel.

Insuperable la Giralda asomada a la bellísima plaza y la luna llena en la media noche justamente sobre el centro del ruedo maestrante, iluminando los borbotones de recuerdos, las lagrimas de los corazones, la magia de “nuestras” canciones y el espíritu errante de don Antonio, que sólo descansará cuando retorne a Sevilla. Belleza extrema y poesía pura hecha música. Gracias Serrat por haber sido siempre símbolo de libertad. Que en el futuro el machadiano Jesús que anduvo en la mar, al que tú tantas veces sí le has podido y querido cantar, te lleve siempre sobre la palma de su mano.

José Joaquín Gallardo es abogado

Tagged with:

Artículos relacionados

Leave a reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.