LOS ÁNGELES NO SON EXCLUSIVA

LOS ÁNGELES NO SON EXCLUSIVA

El mundo se vería de otra manera si los periódicos, la radio y la televisión nos lo contaran de otra forma. No digo yo con eso que disimularan una cruda realidad de la que han de informarnos. Pero sí es verdad que entre miles de calamidades humanas diarias, hay también miles de cosas maravillosas que nunca merecen ser actualidad, que no ocupan siquiera el resquicio de la breve ventana de una portada.

Sé que el periodismo tiene sus reglas y que en ellas no entran concesiones mucho más allá de lo que se vende. Hace ya muchos años que sus manuales citan, como ejemplo descriptivo de lo que les interesa, el caso del hombre que muerde a un perro. Eso es noticia; no que un perro muerda a un hombre.

La energía visual de la letra impresa nos da muchas veces la impresión de que es esa la auténtica vida, el único mundo real; y que no existe lo que queda fuera de las páginas de los periódicos o la pantalla de la televisión. Pero hay vida más allá de ellas. Y muchas veces, la mayoría, precisamente la mejor vida, las mejores gentes, los mejores protagonistas. Pero el anonimato es casi siempre la única identidad posible de lo más grandioso.

Por ejemplo, los ángeles no salen nunca, no son exclusiva; y, sin embargo, existen. La vida está llena de ellos. Se ocultan en formas humanas que aparecen justo cuando más los necesitamos. No creamos que tienen los días contados en cada Navidad, adornando portales o abetos y decorando las iluminaciones de las calles y los grandes almacenes.

Alguien me localiza a dos de ellos en la Residencia Fundomar, de Los Bermejales, en Sevilla. Se llaman Antonio y Rocío y atienden la cafetería. Tratan a los residentes con el máximo cariño, les llaman por sus nombres, en cuanto entran ya adivinan el ánimo que traen, les colocan con mimo en sus sillitas, les dan hasta la palmada en la espalda, como esa forma afectuosa de la esperanza, les confortan en tantos achaques y enfermedades, en la propia vejez.

Es bueno que en estos tiempos sepa la mano derecha lo que hace la izquierda, o nos quedaremos habitando en la sensación de un enorme vacío de ejemplaridad. Y lo peor incluso: en la impresión de que el mundo se ha quedado sin generosos. Por eso escribo que se llaman Antonio y Rocío Espinar.

Millones de calores y sonrisas humanas quedan a diario fuera de las noticias. Escuché una vez que la hierba crece de noche, cuando nadie la ve. Pero no por eso deja de estar ahí cada mañana, a plena luz del día, en cuanto sale el sol, como los periódicos.

José María Fuertes

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