EL MICROCLIMA DE LA MÚSICA

EL MICROCLIMA DE LA MÚSICA

Los políticos parecen querer hacerse omnipresentes, como si persiguieran que no hubiera más vida fuera de ellos. Se afanan por las portadas de los periódicos, pegan codazos por su presencia en las tertulias televisivas, toman el primer café -y los que hagan falta- hasta los que no lo tomaban, con tal de dar bien el apurado sorbo de la ambición delante de una cámara. Total: ¿qué importa enfrentarse a una entrevista por peliaguda que sea, si les trae al pairo lo que quede de sus palabras, estando como están acostumbrados a la desvergüenza de la amnesia?

Han probado el veneno rutilante de los flashes. Y ahora quieren salir, salir, salir. Estar, estar, estar. Como sea estar. Quieren ser los protagonistas absolutos de la existencia. Se pegan empujones con las estrellas del pop o el cine. Se dan codazos con los que realmente tienen algo que decir, los pensadores, artistas, escritores, biólogos, investigadores, científicos… ¡Qué de ocupaciones ajenas al breve diccionario de los estúpidos políticos! Si acaso, les suenan como una lejana y vaga amargura de españoles que emigran. Se van yendo los que aportan su talento a la sociedad. Pero los políticos a lo suyo: buscan el pelotazo de un estribillo incansable como si fueran Georgie Dann. Me imagino que el de “La barbacoa”, porque la cosa está que arde.

Y mientras, los que se dedican aún a ofrecernos todo aquello que fue la vida antes de la llegada de esta escoria de farsantes, que huele como una huelga indefinida de basuras; los que nos procuran poder dirigirnos hacia donde es muy difícil toparnos con su detestable protagonismo; los que son capaces de levantarnos el telón de una escena hermosa protegida de crispaciones, esos están rozando la heroicidad. ¿Un valioso ejemplo? Plácido Domingo Festival.

Ha pasado por Sevilla como si fuera uno de los escasos y seguros refugios a los que correr con urgencia para protegernos de los ataques de un Gobierno de mediocres. Durante una semana hemos podido ampararnos, con la que está cayendo, en el microclima de una música excepcional e indescriptible, al amparo de una zona umbría donde guarecernos de tanta vulgaridad reinante. Parece un guiño hecho a propósito de buscadores de metáforas, que se haya celebrado, además de en el Maestranza, dentro de una fortificación: los Reales Alcázares.

Silvia Peris sabe envolver los regalos como nadie. He sido testigo de esto ya varias veces. Y con su peculiar estilo, especialista en encantamientos, no ha podido hacerlo mejor como anfitriona de este gran acontecimiento.

Tiene el don de la ubicuidad para estar pendiente de mí mientras atiende a más de trescientos invitados como yo. Le digo que lo ha puesto todo con exquisitez:

-Pepe, es muy fácil con el Alcázar.

No estoy de acuerdo; pero no la detengo ni para corregirla en su modestia. Es un lujo que me reciba e incluso que se preocupe de acomodarme en un buen sitio al mismo tiempo que tiene encomendado el complejo entramado de las relaciones públicas. No estoy de acuerdo, porque tú pones el Alcázar en manos de una hortera y te crees que te han abierto las murallas de Falcom Crest.

Desde la Puerta del León, te va señalando el camino una especie de seto en luminarias sembrado de faroles que, desde el suelo, orientan tus pasos gracias al resplandor de las velas asomado a herrajes de estrellas y medias lunas. Silvia se hace cómplice con la magia natural del Alcázar al convertir en azul intenso de focos escondidos las fachadas del Patio de la Montería. Es un preámbulo de auténtica fantasía para favorecernos -si nos da por una impresión de fábula- la evocación de los cuentos de las mil y una noches. Es una lámina irreal de esta verdad tangible llamada Sevilla.

Amables y educadísimas azafatas están colocadas a lo largo del trayecto, con la equidistancia justa entre unas y otras para tener la sensación de que te asisten y acompañan a cada paso.

Me cuenta Silvia Peris que el Festival lo ha organizado IMG Artists junto a Plácido Domingo. IMG Artists es la compañía líder en el terreno de la gestión y dirección de actuaciones artísticas, giras, festivales, eventos y consultoría. Con diez oficinas en siete países, IMG Artists se mantiene a la cabeza del mundo del entretenimiento.

“La producción local se ha debido a Amograe Internacional, una empresa que reside en Sevilla llevada por un inglés y un español que nació durante la Expo 92. Tío Pepe ha puesto el catering de Miguel Ángel y, por supuesto, las copas de vino y la bebida. Y mi agencia Evento10, como agencia local, el protocolo, las relaciones públicas y la prensa como directora del Festival , haciendo la convocatoria de los invitados y la repercusión junto con el protocolo de cada día; y nexo de unión con Sevilla, Ayuntamiento, empresarios y demás …”.

Los conciertos tuvieron lugar en el Salón de Tapices. Y su inmensa galería contigua servía previamente y al terminar, con los ventanales abiertos a los jardines, la hermosa respiración de la flora y sus perfumes, la densa calma de arriates y fuentes.

Saludé al maestro, al universal tenor, al que no veía personalmente desde aquella Madrugada de 1992 en la Basílica de La Macarena, cuando Juana Reina cantó a su Virgen la primera y única saeta de su vida, venciendo por fin el viejo temor de la emoción que le anudara la garganta.

Escuché en el Salón de Tapices, con lleno absoluto, un bellísimo dialogado entre la guitarra de Ángel Romero y el piano de Ksenia Kogan, distribuyéndose impecablemente el famoso Adagio del Concierto de Aranjuez.

Abandoné, como si fuera un destierro, aquella patria de increíbles reflejos nocturnos que es el Alcázar de Sevilla. Una luna que sólo parecía pertenecer al pedazo de cielo blindado por las almenas, cruzaba una travesía de nubes oscuras de esas que traman las historias más fantásticas. Pareció quedarse dentro y ser otra diferente la que alumbraba la ciudad.

José María Fuertes

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