LAS MANOS DEL CAUTIVO

LAS MANOS DEL CAUTIVO

Hoy es primer viernes de marzo. En Facebook está expuesto el cautivo. Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad. Ya no es la iglesia de San Ildefonso ni la gente viene avanzando, poco a poco, a lo largo de horas, desde las calles Boteros y Sales y Ferré.

Hoy es primer viernes de marzo. En Facebook está expuesto el cautivo. Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad. Ya no es la iglesia de San Ildefonso ni la gente viene avanzando, poco a poco, a lo largo de horas, desde las calles Boteros y Sales y Ferré. Llegar hasta el sitio es tan rápido como abrir una cuenta de Internet. Y el cautivo se llama Rajoy. Un video lo deja expuesto a los besos que ya no necesita recibir después de ganar las elecciones. Un bledo le importan ya los besos de los niños y las amas de casa, tan efectistas y recomendados por los asesores de imagen de la campaña electoral. Con la soga propia del penitente que no sabe qué hacer con esta gran nación llamada España, alguien lo ha colgado por las redes sociales en recuerdo y conmemoración de las veces que prometió no bajar los impuestos. Claro está que con el latiguillo de “tengo el convencimiento”. El video es un auténtico memorial de su estafa, de su engaño a millones de electores, un fraude a la confianza en una de sus promesas fundamentales. No se pierdan cómo están recogidas las sucesivas y reiterativas imágenes de un “convencimiento”. Si es así como Rajoy está convencido de cada cosa en la vida, da miedo.

Se recorrió el país con las manos libres sin caer en la cuenta de que le esperaba el prendimiento de la Merkel. ¿Cómo pudo un hombre que aspiraba a presidir un Gobierno asegurar lo que debió saber que ya no depende de él? Y después el disimulo, en connivencia con Montoro, de que no se esperaba hasta dónde llegaba el déficit. Yo creía hasta ahora que la oposición estaba pagada en sus escaños para estar informada, bien informada.

Rajoy sabe en su fuero interno -me lo parece al menos aunque no se atreva a admitirlo- que se ha equivocado. Que va a provocar un salidero de votos autonómicos por culpa de esta mentira gigante. El reparto de la tarta que pronostican los sondeos para Andalucía es todo un fracaso, por que algún periódico la pinte con colores triunfalistas. Ya me dirán qué significa que al cabo de casi treinta años cortijeros de corrupción, Arenas vaya a sacar el 47% de los votos y Sevilla, la capital, vuelva a contar un electorado mayoritariamente socialista.

Rajoy se ha ido a Europa algo así -algo así digo- como Franco se fue a reunir con Hitler en Hendaya: a marcar las líneas de la soberanía, a pedir la neutralidad en un sacrificio económico que nos sobrepasa, que está poniendo la cosa que arde (nunca mejor dicho que con los sucesos de Barcelona, de momento encapsulados). Pero Rajoy ha vuelto con la única expresión posible ante la canciller alemana: “Sí, buana”. Rajoy ha regresado atado y maniatado, listo para el primer viernes de marzo. A este paso se queda sin devotos. Y parece que si la cola, interminable, le alcanza pasando de sobra la Plaza del Cristo de Burgos, no se entera de que no es otra que la del paro. No seré yo quien ponga este año un beso en las manos del “cautivo”.

José María Fuertes

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