Cementerio  y  epidemias

Cementerio y epidemias

Al menos de 1719 se remonta la existencia del primer cementerio de Chipiona. La referencia nos la da un tributo a la Parroquia Ntra. Sra. de la O de un solar en la calle de la Palma (hoy Tolosa Latour) <> gracias a ello conocemos de su existencia, aunque con seguridad se remontaría a épocas anteriores ya que Chipiona existía como villa desde 1477.
Su situación pudiera haber sido en el lado del evangelio de la Iglesia. Sin embargo, a raíz de una visita pastoral realizada en 1775 a ésta, se ordena la ampliación al interior de la nave de la epístola que entonces estaba sin techar. Hay referencias también de que en 1793 se pagaban jornales por cavar una fosa para enterrar los huesos que salieron de los cimientos.
La actividad de este cementerio duró hasta el 1 de marzo 1801 en que se realizó el último enterramiento en la Parroquia. El día 19 del mismo mes se dio por primera vez sepultura en el Campo Santo como se dice en las partidas de defunción, sin determinar el lugar, hasta el 26 de agosto de 1809 en que volvió a enterrarse en la Parroquia durante aproximadamente cuatro años, aunque se interrumpió de nuevo el 26 de octubre de 1813.
En la visita pastoral de 1801 se ordena que con toda urgencia se pusiesen cerca y puerta al campo santo. Parece ser que desde entonces hasta el 24 de agosto de 1829 se hizo en el anejo a la Parroquia y a partir de esta fecha se hizo el traslado al Cementerio de San Sebastián.
Por lo tanto, se estuvo dando sepultura en el Templo Parroquial hasta el 1 de marzo de 1801, desde el 19 del mismo mes en el Campo Santo anejo a la Parroquia hasta el 24 de agosto de 1829 que se inaugura el Cementerio de San Sebastián.
Este Cementerio se estuvo utilizando durante 53 años, es decir desde 1829 hasta 1882 en que se construyó e inauguró el actual de «San José» a expensas de D. Ladislao Carrascosa, casado con Dª Veneranda de la Vega.
Debido a la epidemia de peste que existía en el año 1800, y que causaba grandes estragos en la población se acuerda por parte del Ayuntamiento hacer un cementerio para doscientas sepulturas en el Retamar (este cementerio se hallaba aproximadamente donde hoy están los pisos de Rojas). La epidemia era tal que en este mismo día se acuerda también fumigar todas las casas del pueblo, incluido el Santuario de Regla.
Esta peste comenzó en Cádiz donde morían diariamente entre 70 u 80 personas, y al tenerse conocimiento de ella el 28 de agosto de 1800 por mediación del médico titular D. Luis Rodríguez de Cepeda, se prohíbe la entrada a Chipiona a todo forastero tanto por tierra como por mar, aunque esté cercana la festividad de la Virgen de Regla.
Poco después el 15 de octubre de 1800 es el propio Gobernador de Sanlúcar quién ordena cortar la comunicación con todos los pueblos de los alrededores, puesto que todos los pueblos de la comarca tienen la peste excepto Chipiona, quedando Chipiona incomunicada hasta el 1 de enero de 1801 en que se vuelve a abrir tras solicitar a los alcaldes y médicos de Jerez, Puerto, Sanlúcar y Rota que certifiquen que la epidemia había pasado.
La gente del pueblo por diversos motivos, uno de ellos, que estaba demasiado lejos, otros que allí desenterraban los cadáveres, etc, no querían que se siguiera enterrando en el Retamar y pedían que se hiciera en la Iglesia.
Esta problemática llevó en diciembre de 1801 a un fuerte debate en el Ayuntamiento entre el Alcalde y los Síndicos, éstos últimos incluso quieren ir a Madrid para cambiar el Campo Santo de sitio pues dicen que está a legua y media del pueblo. El Alcalde por su parte dice que no es cierto que en el Retamar desentierren a los cadáveres y que está más cerca de legua y media de distancia, por lo que no aprueba subvención de dinero alguno para ir a Madrid.
En 1802 se deja de enterrar en la Iglesia de Ntra. Sra. de la O y se comienza a hacer en la Ermita de San Sebastián.
Algo debió de ocurrir después que no nos lo relatan las actas capitulares cuando vemos que con posterioridad, en febrero de 1802 se cambia de cementerio y se entierra en la Iglesia de San Sebastián.
En los mandatos de Visita Pastoral de 1802 se ordena la construcción de un Campo Santo y en 1818 se llama la atención al Sr. Cura sobre el estado de abandono en que se encuentra el Cementerio parroquial nuevo, sin nada que impida el acceso de los animales al mismo y se ordena que sin pérdida de tiempo y de los fondos de la fábrica, se construya una cerca y se le ponga una puerta para que el recinto Santo esté a salvo de toda profanación y de la entrada libre de perros y otros animales. Cosa que se llevó a efecto y de la que existen partidas de gastos de las obras.
El 13 de diciembre de 1803 se recibe en el Ayuntamiento un oficio de Gobernador de Sanlúcar dando vía libre para la construcción del Cementerio de San Sebastián.
A continuación miden el Campo Santo. La banda Sudoeste de la Ermita de San Sebastián y tiene del pilar de la habitación sacristía a Sudoeste 16 varas y de este sitio para el Norte 30 varas, hasta llegar a la hijuela y quedando esta fuera de otra cerca que se forme, se siga desde aquí para la Ermita que hay 24 varas.
Muchos problemas hubo de acarrear este cementerio, cuando sólo cinco meses después, una orden del Concejo de Castilla, comunicada por D. Bartolomé Muñoz, dice que se pasen de nuevo los enterramientos de San Sebastián al Retamar.
En 1813 se recibe un escrito en el Ayuntamiento del Sr. Jefe Político de esta provincia, en contestación y con respecto a otro que el Sr. Cura le había escrito diciéndole lo malo de los enterramientos en la Iglesia para la salud pública. A este escrito se le contesta que cuando el Ayuntamiento tenga dinero se hará otro cementerio, a la vez que le informan de que el Sr. Cura tiene el cementerio abandonado en manos del Sacristán y que no hace los hoyos los suficientemente hondos ni le echa cal como es preceptivo para la corrupción de los cadáveres.
En 1818 en otra Acta Capitular se vuelve a hacer mención de lo abandonado que se encontraba el Campo Santo al no tener siquiera cerca. (Se supone que se refieren al de San Sebastián).
Entre los años 1833 a 1835 aproximadamente hubo otra epidemia de cólera morbo; debido a ella el Domingo 28 de septiembre de 1833 se celebró una Función Solemne para que la Virgen de Regla librase al pueblo del contagio, los franciscanos exigen que se forme una comisión para ello y que se comprometan a llevarla el mismo día por la tarde al Santuario de Regla. La epidemia continuó y el 30 Julio de 1834, se vuelve a solicitar a los frailes de Regla traer a la milagrosa imagen de Ntra. Sra. de Regla hasta el día 5 de agosto. En esta epidemia que se le llamó «la Grande» murió el Alcalde, el cura de la Parroquia y el Depositario de propios. En los dos meses que duró la epidemia murieron cerca de doscientas personas. Para hacerse una idea de lo terrible que fue, conviene saber que el censo de habitantes en esa fecha era de 1848 personas y que la media anual de defunciones era de cuarenta.
Durante el período comprendido entre el 21 de julio de 1834 y 21 de marzo de 1835 se utilizó de nuevo el Retamar como Cementerio ante la insuficiencia del de San Sebastián. Los primeros casos se produjeron entre los días 10 al 15 de julio de 1834, creciendo su violencia hasta mediados de agosto y decreciendo hasta el 15 de septiembre en que se dio sepultura a la última victima de la epidemia. Este Cementerio que estaba situado a la izquierda de la Avda. del Faro tenía en el centro un pedestal o cenotafio de mampostería con una lápida de mármol negro dedicada al Presbítero D. José Ruiz de Cepeda, cura párroco de la villa.
De nuevo en 1835 el Gobernador prohíbe a instancia del Sr. Cura que no se siga enterrando en el nuevo cementerio y sí se haga en el antiguo; en el se habla de que el nuevo era sólo para los fallecidos a causa de la epidemia de cólera morbo y como ya las gentes estaban sanas que era más cómodo el antiguo.
No obstante el día 22 de noviembre de 1865, se volvió a acordar de hacer de nuevo los enterramientos producidos por el cólera morbo en el Retamar, acuerdan darle mayor amplitud a la hijuela que va a ella, definiendo hacerla de cuatro varas de ancho que es lo que según ellos debía tener. En 1866 piden una medalla para el médico D. Enrique Bauzano López por su labor durante la epidemia.
En mayo de 1893 piden algunos vecinos que se cambie el lugar del Cementerio debido a que en el de San Sebastián los nichos estaban en tan malas condiciones que las aves de rapiña se habían llevado trozos de un difunto.
Ante estas quejas y debido también a lo próximo que quedaba ya al pueblo el Cementerio de San Sebastián, D. Ladislao Carrascosa presenta al Ayuntamiento el 15 de diciembre de 1894 los planos del nuevo Cementerio y les prestaba el dinero que era la cantidad 41.851 pesetas. Al Ayuntamiento le pareció que este proyecto de Cementerio era muy lujoso y que el pueblo se podía aviar con un cementerio menos lujoso. A primero de 1895 se le acepta un préstamo de 15.000 pesetas para hacer un nuevo cementerio, lo que se aprueba por unanimidad el 14 de enero de 1895 y once días más tarde se autoriza al Alcalde para expropiar los terrenos que fuesen necesarios para el nuevo Campo Santo.
Para la construcción del nuevo cementerio se solicita al señor Gobernador autorización para coger piedras de la playa, cosa que concede y una vez empezadas las obras, el Ayuntamiento en sesión de 22/02/1896 en reconocimiento a los auxilios prestados por D. Ladislao Carrascosa, acuerda poner a dicho señor una calle con su nombre al trozo de calle llamado hasta entonces el Torreón, que se extendía desde la calle del Castillo, donde terminaba la entonces Marqués de Mochales hasta la salida del paseo del Faro. Curiosa y paradójicamente este señor muere el 7 de noviembre del mismo año.
Una vez terminado el nuevo cementerio en el año 1897 se clasificó de la siguiente forma:
Patio de San Antonio: Para los que adquieran nichos en propiedad.
Patio de San Enrique: Entrando a la derecha, para los adultos que adquieran nichos en arrendamiento.
Patio de San Vicente: Para párvulos que adquieran nichos en perpetuidad.
Patio de San Eduardo: Destinado a las medias sepulturas y a los que por ahora se entierren en el suelo.

Pasados ya unos años de la construcción del nuevo Cementerio de San José, los nichos del de San Sebastián estaban casi hundidos y temiendo pudieran acarrear enfermedades durante el verano, acuerda el Ayuntamiento en sesión de 19/01/1901 trasladar los restos al Cementerio de San José. Con este traslado termina la existencia de este cementerio y desde entonces hasta la fecha de hoy sólo se han hecho enterramientos en el nuevo.

Juan Luis Naval Molero. Cronista Oficial de la Villa.

Para ver anteriores publicaciones:
http://chipionacronista.blogspot.com.es/

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