CONTESTO A EDITH

CONTESTO A EDITH

Edith es una bellísima mexicana que sigue a Raphael desde que el artista español llegó por primera vez a su país para debutar en El Patio, un auténtico Olympia para los aztecas, un templo para escuchar a los más grandes.

Edith me escribe desde que yo escribo de Raphael. La aprecio mucho, porque es una mujer de gran sensibilidad, y porque casi a diario me envía sus palabras desde una tierra de esas que yo no he pisado aún, pero siento como si lo hubiera hecho. ¡México! ¡México lindo y querido!

Cuando Edith me manda sus cariñosos mensajes, yo los leo como si detrás de sus letras escuchara un fondo de mariachis que siempre me eriza la piel, como si ella me clavara en el alma un son de emocionantes trompetas con llanto de sordina, mecidas por la dulce cuerda de las rancheras. ¿De qué tendré yo esto de México en la sangre, que me conmueven las canciones de Agustín Lara como si fueran sevillanas de Pareja-Obregón? Yo leo a Edith igual que si en cada signo sonaran los bonitos decires de su acento universal, aquel que conocí desde mi infancia gracias a las películas del inolvidable Mario Moreno, Cantinflas.

Pepe Fuertes

Y hablando de películas, Edith me pregunta ahora por mi punto de vista sobre la nueva de Raphael, MI GRAN NOCHE, bajo la dirección de Álex de la Iglesia y cuyo rodaje comienza estos días.

Querida Edith, yo veo ya a Raphael por encima de todo, haga lo que haga y emprenda lo que emprenda, como un caso artístico admirable. Pero más que nada, como un suceso humano fascinante, una de esas personas como hay pocas, de las que nacen de tarde en tarde (sea en lo que sea: cirujanos, investigadores, descubridores, literatos), dotado de un entusiasmo vitalicio asombroso, renovado en una ilusión inalterable de principiante. Yo creo que el éxito va a ser al final la anécdota de la vida de Raphael. Estoy convencido de que lo fundamental que va a dejar de su larga trayectoria es el ejemplo humano de la constancia, de la superación incansable, del eterno aprendiz, de una exigencia consigo mismo rarísima de encontrar entre un mundo de tantas autocomplacencias, engreimientos por cosas de tres al cuarto, y gentes a las que no se les puede toser porque fueron aplaudidas una vez.

No puedo opinar sobre un filme que aún no hemos visto, porque ni siquiera está rodado. Cuando lo proyecten, diré lo que me parezca y cómo ajuste en el conjunto de una carrera, un puzzle, con miles de piezas.

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