ONE DIRECTION LOS PERDEDORES QUE GANARON

ONE DIRECTION LOS PERDEDORES QUE GANARON

Los exámenes son el mejor de los mundos posibles. En la mayoría de las ocasiones sólo demuestran quién ha sacado la mejor nota, pero no quién vale más. Que se lo digan si no al grupo británico One Direction.

Perdieron como participantes del concurso The X Factor, del Reino Unido. Ganó una tal Rebeca. Pero el creador del programa fue más listo que la victoria y se empeñó en conseguir el contrato discográfico de los cinco chicos. Tuvo olfato de gloria. Aquí hubiéramos dicho que se olió la tostá.

De esto hace ya tres años y el éxito de One Direction se extiende multitudinariamente por todo el mundo: Inglaterra como punto de partida, pero le siguen Estados Unidos, Japón, Australia, México, Italia, Suecia, Noruega, Francia, África y, por supuesto, España. Esta enumeración es meramente representativa de un globo terráqueo que va rindiéndose al paso del ya universal quinteto, que prepara una megagira en 2014. ¿Estarán en Sevilla? ¡Por favor!

El testimonio de esa expansión de apoteosis mundial es una película, This is us (Ellos mismos), cuyo preestreno acaba de tener lugar en nuestro país. La voy a tocar tangencialmente, porque la crítica cinematográfica no es el centro de estas líneas. Han accedido al rodaje de un film cuando precisamente esta posibilidad, en otro tiempo común para el cantante o el grupo que triunfaba, queda ya al alcance de excepciones capaces de afrontar y rentabilizar el elevado coste de una producción de estas características. Es un auténtico documental propagandístico del fenómeno One Direction a través de su tour internacional de conciertos. Las cámaras los siguen por los aeropuertos, hoteles, en los propios escenarios, sumando recibimientos de miles de adeptos por todas partes, configurándose como grandes protagonistas de las secuencias el grupo y sus fans, los dos grandes polos de atracción, entre los que actúa una corriente alterna de empatía que va desde el escenario a las gradas y al revés.

La especie de los fans es digna de estudio como comportamiento humano, porque se renueva generacionalmente, surge desde cada juventud recién llegada. Hay una edad para los ídolos lo mismo que para el sarampión o la varicela, unos la cogen más que otros y algunos, los menos, se libran. Hay un tiempo en el que el adolescente asume la evidencia de que tiene que ir al colegio o a la universidad, estudiar, aprobar y agarrarse a la tierra de los deberes; pero en su resignación parece sentir que encarga sus sueños imposibles a otros que tocados por la varita mágica, pueden realizarlos: son los ídolos, los reflejos de millones de almas que, de poder, emprenderían los mismos altos vuelos, se harían la vuelta al mundo en 80 días, cambiarían sus aulas por estudios de grabación y a su pequeño barrio por pisar los confines de la tierra. Es el momento justo en el que un artista se ha convertido en mucho más que un artista. Es el momento en el que se ha transformado, más allá de unas canciones, en una referencia de aspiraciones imposibles para el fan, pero cumplidas por la estrella como si hubiera recibido el recado de hacer realidad la imaginación más extrema, el enamoramiento más sublime, los anhelos más inalcanzables e increíbles; y desde luego el gran propósito de la representatividad para abanderar modas, ropas, gestos, palabras, argot, peinados, cortes de pelo y hasta horarios de salida y de vuelta a casa…

Por su origen británico se alude constantemente a una nueva beatlemanía con One Direction. Pero ahí aminoro la marcha. Me parece que hay que andar con suma prudencia para comparar y hasta equiparar a Beatles con estos cinco chicos. ¡Cuidado! Los Beatles fueron mucho Beatles, siguen siendo mucho Beatles y serán siempre mucho Beatles. Además de erigirse históricamente en el grupo por excelencia de todos los tiempos, fueron grandes compositores. Y el mundo joven de su época quedó escrito como si les hubiera encomendado una revolución a través de su música. ¿Será capaz One Direction de hacerse con la consigna musical que provoque el cambio global que necesitamos, que rehabilite el viejo lema de hacer el amor y no la guerra, que derrumbe una forma de vivir gastada y dé entrada triunfal a un mundo nuevo? Causaría estupor llegar a explicar un día que fue un casting el principio de otra civilización.

José María Fuertes

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