SIGUE EL ROMANCE…

SIGUE EL ROMANCE…

Me llega la noticia de que hoy domingo, 3 de marzo, la Hermandad de La Macarena entregará al sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp una gran fotografía de la Virgen para colocarla en su Parroquia de Santa María de las Flores.

Ya veo, querido Ignacio, que continúa el idilio del Seise con La Macarena. Era cosa de esperar en ese amor eterno que ni la muerte será un día capaz de separar, porque, a este paso, llegará más bien como un mero pretexto para reuniros definitivamente en la danza de la Coronación.

Si yo sé de ese romance, si lo conoce Sevilla, es porque tú mismo lo contaste como cuentan los enamorados su primer encuentro; como los enamorados rememoran el primer cruce de miradas; como el que está encandilado por el rostro de su amada se arroba al mirarlo, y la describe, y la perfila, y la recorre para los demás como una noticia de líneas finas y hermosas por sus labios.

Fue en tu Pregón de las Glorias de la Semana Santa, aquel Pregón de resurrecciones en la ciudad a la que acusan de no resucitar. Revelaste tu historia en la mañana. “No tenía lejos mi amor”, dijiste. Y nos confiaste cómo habiendo sido niño Seise, bailando en el altar mayor de la Catedral, mirabas de reojo al cuadro aquel de la Inmaculada que, próximo, sobre la puerta de la Concepción, tiene pintada a la Virgen con la cara de La Macarena, tu “invisible pareja en aquella danza”.

“Lo nuestro fue un flechazo de belleza, amor y respeto. Clavó hace treinta años su mirada en mi alma y desde entonces no me he resistido nunca a amarla. He crecido en ese amor y cada día, cada nuevo día que cruzo el Arco, parece que fuese el primero. Un verso de amor me trajo hasta su puerta, una noche, celosamente guardada por esfinges de azucenas en otoño. Incliné mi frente ante sus ojos, esos que cambiaron el rumbo y la melodía de esta ciudad… “.

Sé que tienes la espina clavada de que no la conocieras todavía cuando fue coronada canónicamente en 1964, y no haber podido ser un Seise de los que le bailaron el triduo en ese mismo altar mayor desde el que la descubriste, de Inmaculada, en el lienzo de Grosso, sobre los altos muros catedralicios. Pero te resarcirás un día de esa honda melancolía al revés, de esa nostalgia de lo no vivido que dice Burgos que tenemos los sevillanos. Acabarás ante Ella haciendo sonar crótalos celestiales y coplas de vida eterna más allá de este destierro, cuando La Virgen de la Esperanza, La Macarena, te muestre a Jesús, fruto bendito de su vientre.

José María Fuertes

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