Nace la Asociación de Amigos de los Faros.

Sevilla, 5 de diciembre de 2012.

Hace unos días se ha creado en Sevilla la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía. A primera vista puede resultar original y llamativo que una asociación que tiene entre sus principales objetivos la defensa del patrimonio histórico, social y arquitectónico que significa el conjunto de los faros andaluces nazca en la capital de una de las 3 únicas provincias de nuestra comunidad que no tienen costa. Pero Sevilla, a pesar de no tener mar, está y se siente cerca de él.

Tiene puerto, tiene Autoridad Portuaria, tiene uno de los pocos museos existentes en España donde se exponen señales de ayuda a la navegación y donde podemos ver maquetas de faros españoles, lentes de Fresnel, lámparas de incandescencia por vapor de petróleo a presión, luces de acetileno con intermitencia automática que alumbraron nuestras costas durante buena parte del siglo XX y algo que ya quisiera lucir en alguna sala cualquiera de los grandes puertos del país: la antigua lámpara de arco voltaico de Cabo Vilán, primera señal luminosa eléctrica que se instaló en un faro español. Y de la Autoridad Portuaria de Sevilla dependen el faro de Bonanza, en la marinera Sanlúcar de Barrameda y el faro más alto de España y de la Península Ibérica: Chipiona. Tal vez ahora no resulte tan extraño que la primera Asociación de Amigos de los Faros española haya nacido en Sevilla.
Cada día somos más las personas que nos sentimos atraídas por los faros, bien por su belleza o la de su entorno para fotografiarlos, bien por su historia, por su presencia junto al mar, por la paz y la tranquilidad que muchas veces representa su aislamiento de las zonas urbanas…
Gracias a la navegación el hombre se sintió libre y capaz de buscar nuevos mundos, conoció otras culturas y llevó a otras tierras cosas que eran desconocidas para sus habitantes. Las embarcaciones se hicieron más grandes, más poderosas y capaces de alejarse más y más de sus puertos, pero todo eso hubiese sido imposible de conseguir en el mar sin la ayuda de los faros en la costa. Ellos forman parte de la historia de la Humanidad desde hace miles de años y su labor debe ser conocida y reconocida por todos. Un faro es un monumento a la generosidad, a la solidaridad. La luz de un faro guía y ayuda en la oscuridad de la noche a cualquiera que lo necesite sin mirar el color de su piel, la lengua que habla, su razón social o su clase económica. Y los fareros se han encargado durante siglos de que esa luz esté cada noche encendida, para todos, para ayudar a gente que posiblemente no conocerán jamás.
En Andalucía tenemos una gran riqueza en materia de faros: Chipiona, el más alto de España; Mesa Roldán, en Carboneras, el faro habitado a mayor altitud sobre el nivel del mar en España; Cádiz, el único faro de estructura metálica en servicio en todo el país; Bonanza, en Sanlúcar de Barrameda, un precioso faro con aspecto de minarete que mira al mar desde la orilla del Guadalquivir, torres vigías del siglo XVI restauradas y convertidas en faros como las de Cabo Roche, Punta Camarinal, Castell de Ferro o la Polacra, cerca de Rodalquilar, Almería, el faro a mayor altitud sobre el nivel del mar en todo el Mediterráneo, ¿Quién puede negar a los andaluces el derecho al acercamiento, al conocimiento y el disfrute de esta parte de nuestro patrimonio histórico, cultural y arquitectónico?
La progresiva automatización de los faros es un raíl del tren, el otro, que corre inexorablemente paralelo a aquel, es el abandono de los edificios. Basta con acercarse a uno de los muchos que hay en nuestras costas que ya no los habita un farero para comprobar el triste y lamentable estado en el que se encuentran.
Aunque las Autoridades Portuarias no suelen dar demasiados problemas para visitar un faro si se alegan razones convincentes lo cierto es que puede resultar complicado acceder a uno porque estas Autoridades suelen verlos tan sólo como sistemas de ayuda a la navegación, importantes, pero fríos y distantes como un radar, un sistema de radio, de GPS, o una baliza de embocadura que hay que salvaguardar. Pero los faros no son solamente parte de un sistema de seguridad para los navegantes, los faros son parte de un paisaje, de una cultura, de unas tierras y de una vida que cuida de las gentes del mar desde tierra firme, y es que estas torres son los hitos que marcan la unión entre la tierra y el mar. Vistos desde tierra adentro los faros son la señal que nos indica dónde termina la tierra y comienza el mar y de noche, en la distancia, la luz de un faro es la primera referencia que los marineros tienen de la costa. El faro de Cabo de Gata, por ejemplo, no es solamente una luz que guía a los barcos de noche y que pertenece a una Autoridad Portuaria, el faro de Cabo de Gata forma parte del Cabo (tanto es así que resulta casi imposible ver una imagen de éste en la que no aparezca el faro), forma parte de la provincia de Almería, de su costa, de sus gentes y de su historia. ¿No tienen las personas derecho a conocerla, a sentirla suya? ¿Qué mejor modo de hacerlo que entrando literalmente en ella? ¿Qué mejor camino para proteger algo que conocer su valor? ¿Qué mejor camino para cuidarlo que sentirlo tuyo?
La Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía es una organización sin ánimo de lucro cuyos objetivos son:
– Ayudar al cuidado de los faros y de sus instalaciones no técnicas.
– Crear fórmulas de colaboración con las Autoridades Portuarias de Andalucía para facilitar el acceso en plenas condiciones de seguridad y control a las torres por parte de la población en pequeños grupos y en días concretos.
– Dar a conocer entre los escolares cómo funcionan los faros, su historia y su labor para con los demás para fomentar en ellos el cariño y el respeto hacia estos edificios y lo que representan.
– En colaboración con las Autoridades Portuarias organizar charlas y exposiciones para acercar el mundo de los faros a la población.
– Mantener viva y homenajear la figura del farero, un oficio en vías de extinción.
– Cualquier otro medio cuya meta sea siempre dar a conocer el valor histórico, técnico, estético y de servicio a la sociedad que representan los faros.
A medida que los actuales fareros vayan dejando su puesto de trabajo los faros se irán convirtiendo en simples luces controladas desde el puerto por un ordenador. Es posible que algunas de las instalaciones aledañas se conviertan en salas de exposiciones, en bibliotecas o en centros de interpretación de determinada costa y podamos ver en ellas proyecciones de cómo era la vida en la zona, en el mar, pero el faro en sí, la torre, sus escaleras, su óptica, su linterna… ¿quién va a conocerlas? ¿Dejaremos que se pierdan igual que se perderá el oficio de farero? Yo he tenido suerte de visitar 17 de los faros que hay en Andalucía, de subir sus escaleras, de ver las lámparas que de noche guían a otros hombres, las lentes, los flotadores de mercurio sobre los que giran, el peso motor que los hacía girar antiguamente y que hoy en día aun sirve para emergencias en más de un faro, de mirar desde sus balcones y ver el mundo desde otro punto de vista y es realmente una pena que estas experiencias no las tengan muchas más personas, porque entrar en un faro es entrar en la historia y en la técnica a la vez, en el pasado y en el presente. Subir a un faro es mucho más que subir a una torre. He tenido la inmensa suerte de conocer a José Ramón, Mario, Antonio, Ángel, Luis y Septimio… fareros, de charlar con ellos, de compartir en ocasiones parte de su historia, de su vida, porque esas historias y esas vidas están unidas a sus faros.
Solamente hay una manera de que ese patrimonio se conserve y se mantenga arropado por su gente: dándolo a conocer. Y si quienes amamos los faros no lo hacemos ¿quién va a hacerlo? Ese es nuestro objetivo final.
En Sevilla se ha abierto una puerta que mira al mar a través de los faros y que quiere traer los faros a tierra dentro y que todas las personas que los aman, todas las que han buscado entre las rocas el mejor encuadre para fotografiarlos, todas las que cuando ven uno imaginan cómo será por dentro, todas las que se acercan a ellos para mirar el mar mientras buscan la paz y la soledad, todas las que alguna vez se han preguntado cómo será subir por esas escaleras tengan un punto de encuentro: la Asociación de Amigos de los Faros de Andalucía.
Para más información: farosdeandalucia@hotmail.es.

Francisco García Martínez.

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