Francisco Gallardo entrevistado por Felix Machuca en ABC : «En la construcción de la Giralda hubo mangazo presupuestario»

Francisco Gallardo entrevistado por Felix Machuca en ABC : «En la construcción de la Giralda hubo mangazo presupuestario»

lunes 6 de febrero de 2012
Flamante ganador de la V edición del Ateneo de novela histórica, Francisco Gallardo bucea en la Sevilla almohade para seducirnos con una descendiente del clan Avenzoar que fue médico de mujeres y niños de los califas.


—Enhorabuena, al final, la literatura empieza a darle casi tantas alegrías como la medicina…

—La verdad es que estoy contento por el premio, se lo dedico a todos mis pacientes.

—¿«La última noche en esta tierra» describe una de las Sevillas más potentes de su variada historia?

—Para mí sí, la prueba es que en el urbanismo de la ciudad persisten muchas huellas de aquel tiempo.

—Permítame que olvidemos la novela y paseemos por la Sevilla que sirve de escenario a la misma. ¿A dónde vamos y qué nos enseña?

—Una Sevilla que va desde el Alcázar hasta la plaza del Salvador, intramuros, con una enorme diferencia entre la zona palaciega fortificada casi y la de los sevillanos más antiguos que vivían en los arrabales. Los almohades, al conquistar la ciudad, se apropiaron de sus casas, cercanas al Alcázar.

—¿Cuál es el sitio favorito de Sara, su heroína en la novela?

—Es una mujer sumamente singular. Y le gusta saltar las murallas de la ciudad y galopar, vestida como un hombre, por los campos cercanos.

—Y por qué se disfrazaba de hombre…

—Tanto en mujeres musulmanas como cristianas y judías estaba muy mal visto que montaran a caballo.

—¿Aquellos sevillanos tenían la misma conciencia de serlo que la que podamos tener nosotros hoy?

— Los de linaje abasíe sin duda, eran descendientes de varias generaciones de sevillanos de pura cepa

—Se lo pregunto porque hay una tendencia a entender que por el hecho de ser musulmanes, el sevillano era moro y no sevillano…

—Pienso lo mismo que usted

—Aquella Sevilla que vive su protagonista está aplicando con verdadera convicción uno de sus Pgous más revolucionarios ¿verdad?

—La protagonista de la novela, Sarah Avenzoar, asiste a una transformación vertiginosa de la ciudad. Más tarde, cuando vive en Marrakech, siente pena de no haber visto el alminar (la futura Giralda) terminado.

—El puente de barcas, el palacio de la Buhaira, el nuevo cercado de murallas que amplía la ciudad, el alminar de la gran mezquita aljama…Es una ciudad en transformación.

—Durante la segunda mitad del siglo XII Sevilla está en obras casi permanentemente. Se necesitaron refuerzos para construir y con frecuencia llegaban arquitectos, albañiles y carpinteros del otro lado del Estrecho.

—¿Hay constancia de que la nueva torre de la mezquita, tan soberbia y alta, causara polémicas ciudadanas como las que provoca la torre Pelli?

—Que yo sepa hay constancias de irregularidades en la administración de los dineros que los sucesivos califas destinaron para construir la torre.

—El mangazo como constante histórica tan mediterránea ¿no?

—(Risas)Al menos dos administradores fueron cambiados por hacer mal las cuentas.

—Pese a la transformación urbana y a la vitalidad política que introducen los almohades, ¿Por qué los sevillanos no acabaron de verlos como sevillanos, sino como invasores?

—Tenían recelos de los bereberes que habían bajado de las montañas del Atlas. Unos bárbaros sin cultura, según algunos. Tenían nostalgia de la Sevilla de Al-Mutamid, el rey poeta.

—Es curioso: pero ese detalle nos habla del orgullo local de los sevillanos de Isbililla ¿no?

—Sin duda, pero también tenían sus motivos. Lo primero que hicieron los almohades cuando entraron en Sevilla fue purificar la mezquita de Ibn Adabbas, que se levantaba en la actual iglesia del Salvador.

—Frente al rigorismo religioso almohade, el sevillano musulmán es mucho más relajado, canta, bebe vino, se entrega a los placeres del mundo.¿Va en nuestra alma?

—El carácter de una ciudad o de un pueblo no surge por generación espontánea.

—Al final el rigor almohade sucumbió a los versos eróticos, a la música de los palacios, al vino del Aljarafe…

—Exactamente, la persecución que sufre Averroes, que vivió un tiempo en Sevilla, tiene que ver con ello.

—Hoy las busconas se mueven por Nervión y Sevilla Este: ¿por dónde se movían entonces?

—No se lo puedo asegurar, pero existía un lugar al que llamaban Pradera de la Plata, que tenía mala reputación.

Del rock al moecín

Hace unos años se asomó a la Sevilla roquera de una generación perdida entre los rebujitos idealistas y los caballos en vena. Aquella novela, sin dudas una de las más redondas y conseguidas de aquel tiempo de cambio, fue un auténtico «Rock de la calle Feria». Con la que acaba de ganar el premio Ateneo de novela histórica, «La última noche en la tierra», se mete en la máquina del tiempo para saltar a la pujante y contradictoria Sevilla almohade, la que está construyendo la Giralda (alminar) e intenta imponer el rigorismo religioso entre una población que goza del imperio de los sentidos: música, baile, poesía erótica, encuentros clandestinos, vino. En esa Sevilla se desarrolla la última novela de Gallardo donde adquiere protagonismo la familia Avenzoar, un ilustre apellido sevillano vinculado estrechamente a la Medicina.

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