ÚLTIMAS VERSIONES SUSPIROS DE ESPAÑA

ÚLTIMAS VERSIONES SUSPIROS DE ESPAÑA

Suspiros recorren España de parte a parte. En este otoño se suspira más que se estornuda. Pero no estamos ni en Nochebuena ni en Nueva York. Estamos en tiempos malos, difíciles, graves, con la vida en la UCI, y en un país con cinco millones de parados. La cosa no da para descorches y menos aún está el ambiente para brindis.

El único rizo que queda ya no es aquel en la frente de Estrellita Castro. Rizar, lo que se dice rizar, la cola del paro, que da más vueltas que las que daba el Pabellón de Fujitsu en la Expo. Eso sí que ha sido rizar el rizo. Estrellita y su pasodoble no son más que una evocación bien lejana cargada de añoranzas patrias. Ahora se suspira en España más que nunca sin necesidad de cruzar el charco. No hay que hacer las américas.

Entra la gente en los bancos, en la sucursal que está en su misma calle, y suspira. España, ya nunca más te he de ver en el estado del bienestar. Va la gente a Hacienda, y suspira. Pagan la contribución, y suspiran. Salen con cuatro cosas del súper, y suspiran. Llega el recibo de la luz, y suspiran. La factura del agua, y suspiran. Cada día es un largo suspiro temiendo que llegue el siguiente para seguir suspirando. Hay ya más suspiros que toses en este noviembre de elecciones, donde nadie se quiere acordar de los muertos del día 20, ni de sus tumbas, en la puta y rencorosa memoria histórica de Zapatero y Garzón, sino de quitarnos de encima la losa esta de la crisis.

Aquí no quiso Dios con su poder fundir cuatro rayitos de sol. Ha sido un portento llamado Zapatero, un pedazo de estadista -por los cojones- el que se ha fundido hasta el último céntimo de los españoles en los dispendios y desvergüenzas en que saben gastárselo los tipos impresentables como él.
A la mitad o antes he dejado de ver el debate de esta noche, el de varios políticos a la vez, no el del otro día, el del cara a caradura ¿Para qué seguir frente a la tele? Jáuregui ha dicho sandeces como la de que el PSOE está solucionando la situación económica. Pero es que lo de decir sandeces es consustancial a los socialistas. Innato.

Solbes dijo no anoche, sino el 25 de abril de 2007: “Yo no veo afectado para nada el sector de la construcción”. Y tampoco anoche, sino el 3 de julio del mismo año dijo Zapatero: “Lo enunciaré de forma sencilla pero ambiciosa: la próxima legislatura lograremos el pleno empleo en España. No lo quiero con carácter coyuntural, lo quiero definitivo”. Y el 17 de agosto, para que aquel verano fuera completito, nos tranquilizó Solbes: “Los efectos de la crisis hipotecaria estadounidense tendrán un impacto relativamente pequeño en la economía española”.

De pena suspira mi corazón con este pasodoble en una tierra extraña sin haber salido de ella. Esto debe ser lo que dijo Alfonso Guerra de que a España no la iba a conocer ni la madre que la parió, aquí donde estamos pagando a precio de oro la receta de la desfachatez de los socialistas, a los que bien se les podría decir, como en la vieja letra de Penella, “callar todos” en vuestros embusteros mítines kamikazes.

España es hoy el sonido de un triste gramófono cuya melodía ha pasado del pentagrama al drama de miles de hogares. Miles de hogares donde quienes viven -malviven- no tienen donde ir a trabajar cada mañana. ¡Cinco millones de parados! ¡Cinco! para lidiar todos los días con la desesperanza y con un ganado inútil de lamentables gobernantes a los que hay que devolver a los corrales. Mientras tanto, suspira España, suspira. Es lo único que nos ha quedado para no ahogarnos.
José María Fuertes

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