Esa sangre veloz de los artistas.»Escañuela olvida los tambores»

Esa sangre veloz de los artistas.»Escañuela olvida los tambores»

Mi viejo compañero de San Francisco de Paula y buen amigo José Luis Escañuela acaba de hacerse de golpe unos pocos de recuadros más propios del magisterio de Antonio Burgos, que de conceder una entrevista. Escañuela es, como de pronto sabe ahora todo el mundo (o si lo sabía todo el mundo, le faltaba enterarse a la Sevilla que se cree el centro del universo), es el Presidente de la Federación Española de Tenis, el que ha conseguido que en Sevilla vaya a disputarse en diciembre la Copa Davis.

Y no ha tenido que enfrentarse a una sola duda ni tachadura con el papel en blanco -qué antiguo estoy- o a vacilar con tecla alguna del ordenador, para que le saliera de corrido lo que ha dicho de Sevilla en verdades como puños del PSOE que la ha dejado por los suelos. Escañuela es sevillano y, como si hubiera estado toda su vida poniendo estrazas de exquisiteces en Trifón, se ha despachado de un tirón la barra entera del mostrador de Toranzo. Ahí queda eso: para que nos lo zampemos y vayamos pensando “¿qué quieren más los señores?”. Y se ha quedado igual, que es la mejor manera de quedarse para que los sevillanos no sigamos precisamente igual. ¿Qué qué ha dicho Escañuela?

-Cuanto más te apartas de Sevilla, como yo ahora, que ando siempre fuera, te das cuenta de la pérdida de peso de Sevilla, en muchas ocasiones porque no tenemos suficiente ambición.

A mi me suena esto a que estoy almorzando con uno que yo me sé que almuerzo con frecuencia, que me pone de bogavante hasta las cejas en el Sancho, que tiene un cargo gordo que le hace viajar por todo el mundo, y que me dice lo mismo de Sevilla. Cuanto más viaja, más se convence Jaime Molina, director general de ANCE, de lo mismo que Escañuela cuanto más lejos está de la tierra en que nació:

-Sí. A Sevilla le hace falta recuperar el orgullo y la autoestima, pensar que es capaz de conseguir los mayores logros y organizar los más importantes eventos. Ser ambiciosa. Esa posibilidad de conseguir grandes eventos debería ser algo natural y no ocasional. En eso hemos bajado. Cuanto más viajas, aparte de ponerte melancólico, te duele comprobar la degeneración de Sevilla, especialmente en relación con otras ciudades españolas, que es muy evidente y acusada en estos años en casi todos los planos.

Desde luego que nos han dado la Copa Davis, pero cantándonos las cuarenta; y veo por Escañuela que pone su grano de arena para que haya llegado la hora de muchas cosas, y también la de decir las verdades. Se acabaron las idioteces, los disimulos, lo políticamente correcto, lo cofrademente correcto, lo eclesialmente correcto, lo socialmente correcto, lo pijamente correcto, lo judicialmente correcto (uff, anda que no hay cosas hipócritamente correctas).

Como la Junta de Andalucía es todavía -esperemos que por poco tiempo- también políticamente correcta, vive igualmente en su ombligo sudafricano y no se entera de lo que le cae entre manos. No quiere apoquinar porque se piensa que la Copa Davis es como Canal Sur con raqueta, que tiene dada la orden de pronunciar el nombre de Sevilla lo menos posible. Málaga, Huelva, Córdoba, Jaén, Granada, Almería o Cádiz, lo que haga falta, pero cuidado con decir Sevilla o sevillano de quien lo sea. En Canal Sur hay noticias de gaditanos, de granadinos, de onubenses… pero de sevillanos, no; los sevillanos, en los telediarios del cortijo, son andaluces.

Un día, inesperadamente, me llegó de José Luis Escañuela un obsequio sorprendente que yo no le había pedido: una gorra con los colores nacionales y el autógrafo real, que no impreso, de Nadal. Parece que el estilo de un señor como Escañuela es dar lo que no se le pide. Eso mismo que ha hecho ahora con Sevilla al obsequiarla con esta gran oportunidad para sus tiempos de cambios reales, esta gran oportunidad de lavado de cara que va a ser la Copa Davis.

Recuerdo una maravillosa obra teatral de éxito de la gran Ana Diosdado, que interpretó Jaime Blanch. Se llamaba “Olvida los tambores”. Y desde mi admiración a las cofradías de Sevilla, a sus procesiones de penitencia o de gloria, a sus juntas de gobierno ante las que me quito el sombrero por la dedicación y la constancia que demuestran, chapó también por este sevillano residente en Barcelona, que a lo mejor ama todo eso de su ciudad natal más que los que estamos aquí todos los días; que seguramente sepa que son señas de nuestra identidad más de cuanto lo percibimos los que tenemos la suerte de su disfrute cercano; pero Escañuela ha sabido transmitirle a la Federación Internacional -exigentísima con la sede del famoso torneo- el inmenso potencial de Sevilla. Había guantás entre ciudades por verse donde ahora se ve la nuestra. Gracias, sevillano Escañuela -aunque como señor te quites los méritos, pues los auténticos señores siempre se quitan los méritos-. Gracias por no llevarte todo el año como si fuera Semana Santa, tocando la corneta. Gracias, sevillano Escañuela, por olvidar los tambores. Eso, con Sevilla, es olvidar los temores.

(*)José María Fuertes es cantautor y abogado

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