Esa sangre veloz de los artistas. !A 46!

Esa sangre veloz de los artistas. !A 46!

Lo nuestro son las exageraciones. No sabemos vivir sin ellas, no somos capaces de hablar sin decirlas. Hasta el arte del chiste corto, el mejor chiste para los que no saben contarlos, tiene su repertorio de exageraciones, como aquel clásico del tío que era tan enano tan enano que paseaba por debajo de la cama vestido de nazareno. Ser de Sevilla y no soltar alguna de vez en cuando es como ser menos de Sevilla.

Y tener la salida ingeniosa y con gracia de una exageración también parece que te descubre de inmediato como sevillano. En el reparto del mundo mundial nos ha tocado la exageración como una carta de naturaleza. Nos ha tocado ser más largos que un día sin pan o una meada cuesta abajo; más pesados que una vaca en brazos; más tontos que hacernos por encargo… Nos ha tocado una catedral que facieron unos tipos a los que las generaciones venideras tomaran por locos. Y, ahora, ¡a 46 grados del día de San Pedro y de San Pablo! unas temperaturas tales que las generaciones venideras, si no las padecen también, nos tomen por supervivientes.

Yo no me explico por qué las cámaras de Tele 5 siguen todavía en la isla aquella cuando en Sevilla está cayendo la que está cayendo. No comprendo qué hace allí un equipo de televisión mientras la auténtica supervivencia, el no morirnos asfixiados de puro milagro está pasando aquí. ¿Qué mérito tienen el Tony Genil o la Estíbaliz Sanz porque estén tramando cómo comerse un lagarto, al mismo tiempo que por estos territorios nuestros de la caló hay miles de criaturitas andando por las calles a punto de desfallecer? ¿Sabrán ellos lo que cuesta estos días cruzarse a pie el puente de San Telmo o el de las Delicias, que te deja como en pelotas sin el amparo próximo de un puñetero árbol, sin el cobijo cercano de una mínima sombra? Si dan ganas de tirarse al río como desde los trampolines del Labradores y jartarte de reir del helicóptero ese del que se han tirado ellos al mar después de pensárselo más que la estatua de Rodin.

Marina Bernal, que tiene la vista y su profesionalidad a cuestas como su cámara más allá del famoseo, ha ido en busca de la noticia del calor, de este tórrido verano que no ha hecho más que empezar, que parece un verano cinematográfico más que real como si fuera una sesión continua de sudar de día y seguir sudando de noche sin tregua ni descanso. La raza de la auténtica periodista se deja hoy de glamoures y pone los pies en el suelo de esta ciudad por la que también ella camina. Al lado de los Jardines de Cristina se encontró a las cuatro de la tarde cómo estaba el marcador de la canícula. ¡La que le estaría cayendo a la Duquesa de Alba en bronce, más sola que la una! ¡Vamos: tan sola que no estaba ni Carmen Tello!

Jorge Javier: déjate de isla, déjate de lagartos, déjate de estúpidas y negociadas y falsas subsistencias, que sobrevivir, lo que se dice sobrevivir… ¡Sevilla! Aquí quiero yo ver a Rosa de Benito y la comparsa de los supervivientes. Tío: ¡a cuarenta seis de los de verdad, sin fingir, negociar ni manipular un solo grado!

(*)José María Fuertes es cantautor y abogado

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