Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort a José Joaquín Gallardo , decano del Colegio de Abogados de Sevilla

Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort a José Joaquín Gallardo , decano del Colegio de Abogados de Sevilla

El Presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, impuso la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort al decano del Colegio de Abogados de Sevilla, José Joaquín Gallardo, en un acto que copresidió el Cardenal Arzobispo de Sevilla,
Fray Carlos Amigo Vallejo, y ha hecho la presentación Alfredo Flores, ex
fiscal jefe sevillano.

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El Ministerio de Justicia concedió esta “importante distinción” al decano de los abogados sevillanos, —hace ahora diez años—, “en atención
a los méritos que como jurista concurren en su persona”, por sus méritos como jurista y por los servicios prestados a la Administración de
Justicia, si bien, según fuentes colegiales, el propio José Joaquín
Gallardo ha venido pidiendo a la Junta de Gobierno de la Institución que
“se pospusiese el acto de imposición de esa condecoración”.

A dicho acto, asistieron también el presidente de la Unión Internacional
de Abogados, Bernd Reinmüller, el presidente del Consejo Andaluz de
Colegios de Abogados, José María Rosales, representantes institucionales de la abogacía española, autoridades judiciales sevillanas y representaciones de los principales estamentos jurídicos hispalenses.

Alfredo Flores, ex fiscal jefe ahora dedicado al ejercicio de la
abogacía, hizo la presentación de los méritos que concurren en Gallardo
y a continuación éste agradeció un premio que, a su juicio «es un
reconocimiento a toda la abogacía sevillana y no solo a quien les
representa».

En su discurso, Gallardo ha destacado la faceta de servicio público que
conlleva cualquier labor representativa y ha criticado aquellos casos
«miserables» de personas que «se sirven de su cargo para sus intereses
particulares».

«Por desgracia, en numerosas ocasiones en la política y en otros ámbitos se incumplen descaradamente los mandamientos del servicio público», ha dicho, lo que «redunda en perjuicio de la credibilidad de las
instituciones, del sistema y en contra de los ciudadanos».

Se la concedieron hace diez años, pero hasta ayer no le fue impuesta
porque hasta ese día «no fue el momento propicio». Al final, José
Joaquín Gallardo, el decano del Colegio de Abogados, recibió la Cruz de
Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort como él quería: «En la
casa de todos los abogados sevillanos».

Hasta allí fueron muchos los compañeros que quisieron arroparle en este momento, «con el que se honra a toda la abogacía sevillana», señaló Gallardo tras recibir la medalla. Una década ha tardado en decidirse a lucirla, desde que en 1999 el entonces director general de Justicia y actual portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido, le llamara por teléfono para anunciarle la designación.

Desde ese momento, Gallardo se empeñó en saber quiénes eran las personas que habían rubricado la petición. «Hoy sé que eran el cardenal Carlos Amigo Vallejo, la entonces alcaldesa Soledad Becerril y tres decanos antecesores: José Ángel García Fernández, Manuel Rojo Cabrera y José Antonio Moreno Suárez». «Me alegré profundamente», dijo el decano, «y sabía que era obligado hacer un acto de imposición en honor a todos los letrados de Sevilla», ya que aseguró que se trata de «una distinción a todos los letrados, no sólo a mí».

Gallardo recibió la medalla de manos del presidente del Consejo General
de la Abogacía Española, Carlos Carnicer, quien bromeó con el retraso.
«Hemos tenido que rogar a la Unión Internacional de Abogados que celebre su congreso anual en Sevilla (que se inauguró ayer) para que le
impusieran la medalla», señaló. De hecho, al acto también acudió el
presidente de la entidad internacional Bern Reinmüller; además del
cardenal Carlos Amigo Vallejo, quien le dedicó unas palabras; y la
fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra como única representantes del
poder judicial.

«Sevilla tiene un decano especial», dijo Carnicer después de que el
cardenal alabara la «dedicación, la sabiduría, la modestia y la fe» de
Gallardo, de quien destacó sus dos grandes amores en la vida: su familia y la Justicia.

La laudatio inicial fue pronunciada por el ex fiscal jefe y actual
abogado Alfredo Flores, que hizo hincapié en los 30 años que José
Joaquín Gallardo lleva «luchando por la Justicia”. Cerró su discurso
comparando «el saber del letrado que trabaja sin más ayuda que la Ley»
con la faena de un torero vista «desde el tendido cinco de la Real
Maestranza de Caballería».

Por su parte, Gallardo comenzó su discurso, en el que intentó apartar
«las emociones y los sentimientos», criticando «la actitud miserable de
los que se valen del cargo público y engañan a los que le han depositado
su confianza», dos mandamientos que dijo «son fundamentales para la vida
política».

Este principio de servicio es el que ha intentado seguir «fielmente en
los últimos 14 años», destacando la importancia de la Justicia en la
sociedad, «sin la que no sería posible el Estado del Derecho», y de la
«obligación moral, ética y visceral del letrado de hacer todo lo posible
para estar al servicio de los demás». Por último, Gallardo agradeció la
medalla a la «abogada nuestra», la Inmaculada Concepción, patrona del
Colegio.

El acto estuvo presidido por Carnicer; el condecorado; el cardenal
arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo; el presidente de la Unión
Internacional de Abogados (UIA), Bernd Reinmüller, y la fiscal jefe de
Sevilla, María José Segarra.
Pero fue el ex fiscal jefe y abogado Alfredo Flores, quien abrió el acto
recordando que la distinción fue concedida a José Joaquín Gallardo allá
por 1999, y glosó que el decano de los abogados sevillanos lleva
ejerciendo como letrado desde el 13 de febrero de 1979, periodo durante el cual «hemos compartido amistad y debate jurídico».
Se refirió también a la precariedad de medios de la que adolece la
Administración de Justicia cuando dijo: «Los abogados tenemos que ser
justos, honestos y estar bien preparados, pero no mártires arrojados a
la escasez».

Tras ello tomó la palabra Gallardo, quien comenzó su intervención
aseverando que «cualquier cargo público sólo se justifica desde la base
del servicio a los demás, por lo que consideró que es miserable servirse
del cargo y, con ello, engañar a los que depositan en tí la confianza».
Por su parte, el cardenal destacó que «honramos a Gallardo porque nos
honra con su dedicación, su ejemplo, su sabiduría y su fe», mientras que
Carnicer puso de manifiesto que la condecoración que ayer fue entregada «no vale nada, pero lleva en ella el corazón de toda la abogacía». «Sevilla tiene un decano especial», sentenció.
Carnicer dejó claro que los abogados también tenemos que defender a los miserables y que la «clave de la justicia es proscribir la venganza».
Terminó su intervención reconociendo la paciencia y comprensión de la
familia de Gallardo, volcado en su trabajo, y en especial de Reyes, su
mujer.«Reyes -le dijo- gracias por lo que has soportado y lo que te queda…».

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