Uno tiene derecho a comenzar el invierno cuando le parezca

Uno tiene derecho a comenzar el invierno cuando le parezca

Las grandes superficies nos recuerdan a lo largo del año, con gran eficiencia, cuándo comienza la primavera, el verano, el cole, las rebajas…incluso se adelantan a nuestros seres más queridos en felicitarnos por nuestro cumpleaños o santoral.
Cortados por la misma etiqueta que numerosos políticos, deciden por nosotros cuándo empiezan o acaban las cosas o lo que es bueno o malo para nosotros. No se dan cuenta que todavía hay gente que hacemos lo que nos sale de los cojones- perdonen por señalar tan directamente-, sin tener que rendir cuentas a nadie.


Por eso el pasado 6 de septiembre en el Imperio Hitita el Gran Subiluliuma y este Pobrecito Hablador, inauguramos oficialmente el invierno 2009/2010. Para ello, nada mejor que encender la chimenea, bien alimentada de leña, aunque en el exterior hiciera más de 35 grados.
Todo ello bien condimentado con una buena botella de Tío Pepe, ricas viandas, la calabaza del “Un, dos, tres” y buen humor transgresor. Nos acompañaban Pepe y Pepa Pulggoso, ésta última más conocida como Putilla de los Majales( no se asusten, que es una perra bodeguera que pare más que una coneja),quienes asistían asombrados y en silencio a nuestra locura.

Hacía un calor que te cagas pero daba alegría ver el fuego purificador de las malas vibraciones y ese humo blanco de la chimenea, que ya quisiera el humo ese que echan cada vez que eligen un Papa nuevo por nosotros.
Dimos soluciones a todos los problemas del mundo, opinamos de lo divino y de lo humano. Uno leía a Catulo, otro a Cien horas con Fidel y cuando nos invadió la soledad nos fuimos al Casillero a llorar con los amigos por la extinta Venta del Rirro.

Tras ello una buena siesta reparadora ,acompañada de las tradicionales moscas de septiembre, solamente interrumpida por las “bombas lapilli” de este Pobrecito Hablador que dejaban anonadado al volcán Vesubio.
Dejamos apagar el fuego lentamente,como por tradición se apaga la vida. La chimenea agradeció el merecido descanso. En las cenizas fueron nuestras ilusiones nonatas.
Ustedes pensarán que estamos locos, pero no señor. Es que cada vez que podemos hacemos lo que nos sale de los cojones sin rendir cuentas a nadie , y ustedes perdonen por señalar tan directamente de nuevo.

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