Chipiona y la grana

Chipiona y la grana

Por Juan Luis Naval. Cronista de la Villa.
El cultivo del campo de Chipiona ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los siglos. Sabemos todos que actualmente el producto más generalizado de nuestra agricultura radica en producción de la «Flor Cortada», del mismo modo sabemos que anteriormente tuvo una preponderancia el de la zanahoria y la remolacha, todavía antes los tomates, que llegaron a tener un renombre en toda España que aún perdura en algunos lugares. Si nos remontamos a siglos anteriores el cultivo de la vid y la producción de vinos fue el pilar de nuestra economía, ¿pero….. y antes?
Pues las poblaciones de la costa de Cádiz como Chipiona, Rota, Puerto de Santa María, Chiclana, etc., se dedicaron durante los siglos XV y XVI a cultivar y vender a los comerciantes genoveses la grana para tintar los tejidos y dar color a los vinos y otros productos. 
Sabemos por la «Carta Puebla» que en Chipiona en estas fechas se cobraban rentas por la producción de la grana de los montes. La grana era un producto tintóreo que se obtenía de la cochinilla, muy apreciado por los comerciantes italianos que lo llevaban a su país para su uso en la industria textil. Esta renta se le cobraba a las personas que recolectaban estos pequeños animales.
Sabemos que en esta fecha las relaciones del valle del Guadalquivir con Italia eran muy constantes. En Europa, durante la Edad Media se tenía un ansia grande por conseguir un pigmento rojo perfecto. 
Los tintoreros medievales, eran capaces de producir muchos colores, pero el rojo resultaba muy difícil de conseguir. Las sedas de color carmesí y escarlata eran teñidas con kermes, un pigmento rojo derivado de los cuerpos deshidratados de las hembras de este insecto, procedente de la familia Coccoidea en centros ubicados en Italia y Sicilia.
La repoblación de Chipiona se encuadra en este marco, probablemente a los Ponce de León les interesara atraer población que pusiera en producción esta zona que tan fácil acceso tenía a los circuitos comerciales, con lo que sus rentas se verían aumentadas. Chipiona producía entonces trigo, uva y grana fundamentalmente.
La grana es un insecto hemíptero parecido a la cochinilla, que vive en la coscoja o chaparro y cuya hembra forma unas «agallitas» que producen el color de grana en el tronco de este arbusto.
Estas agallitas eran unas protuberancias redondas que crecían en el arbusto, y que surgían de la picadura de la hembra del insecto al tronco de la coscoja y que, tras producirse esta picadura, parasitaba de él.
Esta actividad económica se recolectaba en los meses de abril y mayo, de una manera espontánea en tierras asilvestrada donde el insecto y la encina se habían encontrado. Quizás, producto de una plaga de estos insectos.
Estas agallas se rociaban con vino o vinagre y se dejaban secar durante una semana aproximadamente. Posteriormente se trituraban y se obtenía un polvo que servía de colorante. Durante algunos siglos se pensaba que este colorante era un producto vegetal y no un insecto parásito de un arbusto.
Se llegó a creer que con las plantaciones de olivos y viñas este insecto se había perdido, cuando la realidad era que se empezaron a cultivar cuando éste ya habría desaparecido.
El carmín de quermes es uno de los pigmentos orgánicos más antiguos conocidos. ​ La primera evidencia de su uso se atribuye a los sumerios, y fue usado como tinte para teñir en Egipto, en Grecia y en Cercano Oriente. ​ El colorante de las cochinillas se utilizaba en la época romana para teñir las togas de los senadores, conocida como púrpura bistincta, también fueron muy utilizadas por los árabes y en el medievo.
La sustancia colorante de las cochinillas quermes, el ácido quermésico, está dentro de sus huevecillos que son numerosos y ocupan un buen volumen del cuerpo de las hembras. Por eso se recolectaba sólo a estas, y se realizaba la recolección en el momento del año en que estaban cargadas de huevos, tras lo cual se las desecaba. Durante ese proceso perdían dos tercios de su peso, adquiriendo el aspecto de pequeñas semillas, de allí que a este producto se le llamara «grana».​ Desecación
Este pigmento perdió importancia y fue cayendo en desuso al introducirse en Europa el carmín de la cochinilla americana. Con el descubrimiento de América a partir de las larvas de este insecto se producía un color imprescindible en época medieval (el grana) y también hoy día, puesto que está hasta en la Coca Cola, maquillajes, etc., aunque se obtiene de otra cochinilla, precisamente de la que está arrasando actualmente las chumberas.
La cochinilla («Dactylopius coccus») es un blanco y grueso pulgón procedente sobre todo de México y de Perú. Un animal parásito que para vivir necesita plantas del género Opuntia (chumberas, paleras, tunares) que desde hace más de 2.000 años se usa en América para teñir vestidos y dar color a la comida.
Cuando los españoles conquistaron México en 1521, vieron a los indígenas recoger insectos de los nopales y no tardaron en darse cuenta de sus excepcionales propiedades como pigmento natural.
En el siglo XVI los españoles comenzaron su exportación a Europa, donde alcanzaba un alto precio como colorante para paños y para el uso de los pintores. Posteriormente, los españoles la introdujeron en Canarias y Andalucía, donde su cultivo se convirtió en un importante recurso económico.
En 1526 el Duque de Medina Sidonia introdujo de Oaxaca (México) la chumbera común, también llamada en Andalucía Chumbera de vallado, y el insecto vivo. Se plantaron las tuneras en las tierras del Duque y se sembraron con cochinilla, pero el intento sólo duró unos años pues el insecto desapareció. Lo que quedó fue la chumbera y su fruto, los higos de tuna o higos chumbos que hasta hoy han permanecido.
Hasta que la aparición de los colorantes artificiales dio al traste con este comercio, la cochinilla llamada grana entre los españoles fue uno de los productos mexicanos de exportación más valiosos, entre 1650 hasta 1860, tan solo superado por el oro. Junto al oro y la plata, los barcos cargados de insectos secos de cochinilla eran el objetivo prioritario de los piratas.
Al hablar de las grandes riquezas que encontró el Imperio Español en América, todo queda reducido a la plata y el oro. Sin embargo, la segunda fuente de ingresos para el Imperio Español en América después de la plata no fue el oro, sino la grana cochinilla, un insecto que durante siglos fue un codiciado pigmento natural por textiles y artistas europeos para teñir de un rojo intenso sus trabajos artísticos. Europa nunca había visto un carmesí tan potente como el de la cochinilla.
Para terminar decir que la ciudad de Chiclana era el pasaje fronterizo entre el mundo cristiano y el musulmán. De ahí su “apellido” de la Frontera, aunque en el siglo XVIII se la llegó a llamar «Chiclana de la Grana», debido a que gran parte su vida comercial se sustentaba en la magnífica calidad de la grana que se obtenía de sus pagos, llegándose a reconocer entre los mejores tapiceros y tejedores no sólo de España sino también de Europa.
También tenemos otras reminiscencias de esta producción de la grana en otras ciudades cercanas como el Puerto de Santa María donde existe una zona conocida por «Valdelagrana», y en nuestro lenguaje persiste sobre todo en el mundo de la tauromaquia donde se sigue utilizando la palabra grana como color cuando nos referimos al rojo: «vestido de grana y oro».
Juan Luis Naval Molero             Cronista de la Villa de Chipiona.

Para ver anteriores publicaciones: http://chipionacronista.blogspot.com.es/

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